Carta enviada por el señor Alberto Málaga para la reunión de exalumnos de las bodas de plata de la prom XV, en Octubre del 2000

Me dirijo en especial a mis alumnos de hace más de 25 años: un breve recuerdo de los "sermoncitos matinales" de las 7:40 de la mañana, único momento diario en que toda la familia de profesores y alumnos juntos recibían los saludos y reflexiones de todo género, desde las disciplinarias hasta las pedagógicas o religiosas del más alto vuelo.

Para el que les habla esos cortos minutos diarios en los 25 años de mi permanencia en el colegio, fueron de lo más importantes; sé que eran motivo de reproche y crítica, no sólo de parte de un sector del alumnado, sino también de muchos profesores. Pero los extraño y recuerdo con cariño, no solo por el efecto de inmediato y largo alcance, sino por la grata memoria que de ello tienen muchos exalumnos.

Por algo es una verdad paradójica ese: "mentid, mentid, que algo queda", de Voltaire. Yo me sentía feliz con que un solo niño o joven me escuchara y por ver siquiera unos minutos reunidos en familia a los centenares de alumnos rumiando los mismos pensamientos.

Como los tiempos pasan, los modernos sistemas pedagógicos emplean hoy otros métodos, espero con tanta o mayor eficacia que respeto y admiro. Pero yo me quedo con mis "sermoncitos".

Otra consideración que en algún momento de mi vida retirada tenía que expresarla y hoy aprovecho para hacerlo porque no creo que tenga muchas otras oportunidades. Es uno de esos episodios intrascendentes, que pueden sin embargo dejar huellas imperecederas en uno: un muchacho de Quinto de Secundaria es enviado a mi oficina por una falta de las llamadas "graves". Al salir, se encuentra con un compañero que oye, como yo, esta frase: "No había sido tan fiero el león como lo pintan..."

Que lección tan profunda e inolvidable para mí, que muchas veces olvidaba que: "más moscas se atrapan con una gota de miel que con un tonel de vinagre"

Dentro de mi aparente y teatrero autoritarismo, les confieso que más sufría yo con las sanciones disciplinarias que el alumno, inocente o culpable. ¿Recuerdan los "arrestos" de los sábados?

Quiero aprovechar este momento y ante este selecto grupo, en representación de las 25 mini generaciones -una por año- que pasaron ante mí, para que acepten mi petición de las más generosas disculpas por los múltiples momentos en que seguramente me equivoqué al aplicar sanciones o tener actitudes exageradas que exacerbaban a mis alumnos.

¡PERDÓN POR ELLO!

El encabezamiento de esa carta era el primer verso bíblico de Simeón al recibir en sus manos al niño Jesús recién nacido en su Presentación en el Templo: "NUNC DIMITIS SERVUUM TUUM DOMINE" ("ahora sí, Señor, puedes llevarme en paz, porque según tu promesa mis ojos han visto al Salvador").

Para mí el Salvador era el objeto de mi vida: los niños y jóvenes que ayudé a educarse. Ustedes, queridos exalumnos, representan a esa pléyade que ahora, de lo más profundo de mi corazón, presento al Señor con esta cortísima y eterna plegaria:

¡GUARDALOS SEÑOR POR SIEMPRE A ELLOS, A SUS HIJOS Y A TODOS LOS SUYOS!

Gracias.

Alberto Málaga
14 de Octubre de 2000

Im Norden, im Süden, wo es nur immer ist,
vergiss nie, dass du ein Humboldtschüler bist.