Bernd Zettel

“El buen escritor debe dominar el idioma, hilvanar la trama, llevar de la mano al lector -aunque dejándole suficiente margen a su fantasía-, conseguir un desenlace entendible y factible; sobre todo, debe tener una historia que contar, transmitir un mensaje y, también, entretener.”

Experto en karate shotokan y piloto de autocross con numerosos podios en su haber, Bernd no es el típico escritor de bufanda y boina que frecuenta los huariques de Barranco. Algunos de ustedes lo recordarán manejando una moto súper ruidosa. Le encantaba recorrer las calles de Lima y escapar de la policía.

Pertenece a la 4ta promoción del colegio (1964) y se fue a estudiar a Alemania en 1967. Vivió desde entonces en Alemania y España, donde trabajó de intérprete y fue secretario de la Association Internationale Des Interprètes De Conférence (AIIC) en Alemania. Su amor por el Perú y el recuerdo de su primera enamorada en Lima, con la que reestableció contacto, lo hicieron regresar en el 2005 y luego publicar su primer libro “Lima la Fácil” (2006), cuya edición está agotada. Está por publicar su segunda novela, y ya está escribiendo la tercera.

Efectivamente, no quepo en el esquema convencional del escritor. Aunque en mis textos hay escenas de acción, los hilos conductores son otros: la amistad, el amor, la pasión, las decepciones, la alegría y el entusiasmo. En fin, un abanico de sensaciones y sentimientos de las relaciones humanas que espero cautiven al lector y con los que podría identificarse.

Sobre el primer libro, espero volverlo a editar. Es, en buena parte, autobiográfico, y se ubica en los años 50 y 60. Lima tenía entonces un millón y medio de habitantes y las cosas eran más fáciles, pues las reglas de juego estaban claras. Lima era como un pueblo grande. Aunque la novela está escrita en buen tono, entre líneas se lee una crítica a las rígidas estructuras sociales de la época. Considerando la edad del protagonista Juaco, buena parte de la novela transcurre en el colegio Humboldt.

La segunda novela, “Purificación de Tomás”, aborda un tema totalmente diferente: celopatía y dependencia sexual. Tomás y Puri se enamoran; ella es extremadamente celosa y él se somete completamente a sus encantos sexuales. En esa dependencia, ella se da cuenta que sus arrebatos de celos provocan más sumisión de parte de Tomás y saca provecho de esto. Sexo y celos: una mezcla explosiva. El tema es polémico, pues los celos suelen abordarse desde la perspectiva del hombre, que actúa con violencia frente a la mujer. En este caso, los papeles se invierten y la violencia no es física sino sicológica. Polémicos planteamientos que, no obstante, están documentados por casos que conozco bien. La trama discurre principalmente en Barcelona y Madrid y, en menor medida, en Alemania. Además de su publicación en Lima (posiblemente a finales de setiembre o principios de octubre de 2014), estoy haciendo las gestiones necesarias para que se publique en España.

Para escribir tienes que tener algo que contar. Primero se va forjando la historia en la mente, luego hago apuntes sueltos, desconectados, arbitrarios; los empiezo a ordenar, redacto párrafos aislados que voy editando. En algún momento de este trabajo empieza a fluir la escritura. Los personajes van cobrando personalidad. Incluso es posible que el relato haga quiebres y tome otro rumbo. Son momentos difíciles en los que debes decidir si continúas por el camino original o si dejas que la novela empiece a adueñarse de ti. Con frecuencia, una solución intermedia es la mejor solución. Hay momentos en los que me atraco. Esas fases pueden durar días y las aprovecho para corregir lo que ya está escrito. Escribir es una actividad apasionante que te puede apartar de la realidad durante horas, días, semanas. Es mi vicio.

No estudié literatura ni nada relacionado, pero mi herramienta de trabajo profesional siempre fue el idioma, y con el tiempo elaboré un estilo propio, libre de adornos, cargado de ironía y de humor.

La idea de escribir me vino en una conferencia de protección de aves exóticas abandonadas, en un auditorio techado en medio del bosque cerca de Fráncfort, en el que en la parte posterior había una jaula enorme de papagayos que habían desalojado para instalar dentro la cabina de traducción simultánea. Fue una situación absolutamente irónica y grotesca. Allí estaba, en la jaula de los papagayos, con los auriculares puestos y el micrófono delante de mí, repitiendo como un papagayo lo que el conferencista estaba diciendo en el estrado. En ese momento pensé: «deberías decir algo que provenga de tu propia mente; deberías escribir». Y como tenía y tengo historias que contar, empecé a escribir.

¡No. En absoluto! De niño respondía con las profesiones que conoces de niño: bombero, arquitecto, médico o ingeniero. De joven adolescente te fastidian con la insistente y detestable pregunta: ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Terminas deshaciéndote de esos curiosos contestando lo que se te viene a la cabeza. En mi caso, decía medicina, que, finalmente, no estudié. No fui tampoco el bohemio joven que se fue a estudiar literatura a París y que desde la cuna sabía que su único destino sería ser escritor. Yo empecé a escribir cuando ya rondaba los cincuenta años de edad.

Tuve la suerte de acceder a las altas esferas políticas internacionales. Desde Scheel hasta Rau y desde Brandt hasta Kohl traduje a todos los jefes de estado y de gobierno alemanes, lo mismo me sucedió en España con el rey Juan Carlos y con Gonzáles hasta Aznar, en Austria con Kreisky, en Suecia con Palme, y un largo etcétera de ministros europeos y de jefes de estado y ministros latinoamericanos. La fase -sin duda- más interesante, fue la época en que Willy Brandt brindó su ayuda al surgimiento de la democracia en España apoyando a Felipe Gonzáles.

Posteriormente me concentré en conferencias técnicas, industriales y del sector automovilístico. Menos fascinantes, pero más lucrativas y, a fin de cuentas, más sencillas. Trabajando en presentaciones de modelos nuevos de automóviles a la prensa internacional, tuve la oportunidad de conducir en casi todos los circuitos de carreras europeos importantes, combinando mi hobby con la profesión.

Im Norden, im Süden, wo es nur immer ist,
vergiss nie, dass du ein Humboldtschüler bist.