Ayer, hoy y … mañana

(Dedicado especialmente a mis alumnos de ayer y de hoy)

Permítanme descorrer el velo del “secreto a voces” que se ha venido “guardando” desde hace meses en nuestro colegio: El retiro definitivo del Sr. Málaga de su querido Colegio Humboldt.

¡Con qué facilidad y en breves palabras se expresa lo que significa toda una vida!

Miles de veces y durante un cuarto de siglo, a millares de alumnos y a centenares de profesores he dirigido la palabra en cortas y casi diarias alocuciones y a veces en largas peroratas. Más en este momento crucial para mí ¿qué expresar a mis alumnos en constancia escrita, a manera de testamento, pero con sencillez de maestro y amigo?

Creo que viene bien al caso el título elegido para esta breve nota de cordial despedida:

El ayer… hoy… y mañana de mi vida y de la vida de mis discípulos.

Como los tiempos pasan, los modernos sistemas pedagógicos emplean hoy otros métodos, espero con tanta o mayor eficacia que respeto y admiro. Pero yo me quedo con mis "sermoncitos".

- El recuerdo de MI PASADO de cinco lustros en estas aulas, con sus alegrías, tristezas, triunfos, sinsabores, aciertos y errores, queda con ustedes como lección viva y permanente.

- MI PRESENTE, a pesar de que quisiera prolongarlo indefinidamente, se hace pasado desde este momento porque esa es la ley de la vida, y también mi propia voluntad, aunque sea doloroso.

- Y MI FUTURO, bañado con la nostalgia del pasado, se conjuga siempre en presente, pues nunca dejará de vivir en lo más íntimo de mi corazón de maestro humboldtiano…

Y ahora unas pocas palabras para nuestros niños y jóvenes lectores del “Humboldt-Magazin”:

Es indispensable que aprovechen su corta experiencia del ayer para vigorizar su personalidad y su comportamiento de hoy, a fin de proyectarla hacia un mañana colmado de felicidad para ustedes, el país y la humanidad.

Al presentir los pasos que me alejan definitivamente de ustedes, quisiera que queden los ecos de dos plegarias:

Por ustedes: “Guárdalos, Señor, que me los diste… niños de ayer… que no desmayen en el diario batallar de su existencia. Haz que no se apague ante sus ojos la inmaculada luz de aquella estrella, cuyos tres rayos de FE, de AMOR y de ESPERANZA, sean vida en los momentos de naufragio…”

Por mí: “Dame, Señor, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para conocer la diferencia.”

Y mi última verdad: … Y si no pude hacer todo lo que quise, quise mucho todo lo que hice. ¡Hasta siempre!

Alberto Málaga
Director

Humboldt Magazin, Edición 6, 1982, Página 58

Im Norden, im Süden, wo es nur immer ist,
vergiss nie, dass du ein Humboldtschüler bist.