Dr. Fred Mühletaler Maggiolo
Director de Robótica Urológica
Creo que una parte muy importante de mi formación se dio en el Humboldt.
Me gradué del colegio en 1993 y finalicé mi Abitur en 1995. Siempre fui muy activo en el Humboldt y 2 años “Schülersprecher”. Después del colegio, tuve la suerte de participar en varias directivas del ADECH y recomiendo esta experiencia porque es un trabajo para reunir a los amigos.
En 1996 ingresé a la Universidad Peruana Cayetano Heredia para estudiar medicina y me gradué 8 años después de Médico Cirujano.
Durante los estudios, me dí cuenta de que tenía una clara inclinación hacia los procedimientos quirúrgicos y siempre trataba de entrar a sala de operaciones con mis profesores. Poco a poco fui descubriendo las especialidades quirúrgicas y con un poco por suerte y otro poco por experiencia familiar (soy la tercera generación de urólogos en mi familia), me fui decidiendo por una especialización en urología. Desde temprano en la carrera de medicina hice “rotaciones” en el exterior. Escogí como primer (y recurrente) destino el Hospital “Henry Ford” en Detroit, Michigan, pues ahí tenían algunos convenios de colaboración con mi facultad de medicina. Mi primera visita fue en el 2001 y después regresé 3 veces más antes de graduarme de médico.
Al llegar la primera vez al “Ford” vi en una esquina de una sala de operaciones inusualmente grande un aparato enorme cubierto por una sábana. Al preguntar, me dijeron que era un robot quirúrgico y pensé que me estaban haciendo una broma. Pero, no fue así. Al día siguiente el Jefe del Departamento de Urología, mi mentor, el Dr. Mani Menon, utilizó ese robot para realizar la escisión de una próstata con cáncer.
Me quedé fascinado y estuve seguro de que esa era la cirugía que revolucionaría pronto en este campo. En el “Ford” es donde se hizo la primera cirugía robótica urológica en los EEUU y es también en donde se estandarizaron la mayoría de cirugías robóticas que hoy son rutina.
Al graduarme de médico y completar mis exámenes para la licencia profesional de los EEUU, me mudé a Detroit, porque ahí me ofrecieron hacer investigación clínica en urología robótica. Fue la mejor opción para postular a la residencia, que es muy competitiva y casi imposible para extranjeros. Tuve esta investigación por 2 años y publicamos artículos científicos de gran impacto junto con el grupo del “Vattikuti Urology Institute”. Así logré ingresar y realizar mi especialización completa en urología en el Hospital Henry Ford durante 6 años. Luego, ahí mismo, hice 2 años más en “Robótica Avanzada en Cáncer Urológico”. Finalmente, en junio de 2015 finalicé mi entrenamiento médico habiendo participado en más de 1200 cirugías robóticas y más de 2000 cirugías urológicas tradicionales.
En el 2008 me casé con Lucero Chueca, una doctora peruana y también entrenada en el Hospital “Henry Ford” en Medicina Interna y Medicina Bariatrica, y juntos tenemos 2 hijos: Rafael (7) y Nicolás (2).
En julio de 2015 decidimos mudarnos a Florida, a la Ciudad de West Palm Beach y actualmente soy Director de “Palm Beach Advanced Robotics” y soy Director de Robótica Urológica en el Hospital “Palms West”. Hasta la fecha hemos casi duplicado el número de cirugías robóticas en el área, donde me encuentro, y espero que esa tendencia se mantenga.
Creo que una parte muy importante de mi formación se dio en el Humboldt. Durante ese tiempo mis profesores me enseñaron que no hay tarea imposible si uno trabaja fuerte y si encuentra lo que le gusta; el trabajo fuerte se convierte en una diversión y un impulso para hacer cada día las cosas mejor. Para decirlo de otra manera, me enseñaron a “hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado…” (canción del cubano Silvio Rodríguez).
Siempre recuerdo mi etapa en el colegio con tremendo cariño: a mis compañeros, a los profesores, al personal administrativo, al grupo de mantenimiento. Considero que el Humboldt es un excelente creador de “productos humanos” listos para perseguir y alcanzar la excelencia académica y humana.
En donde nos encontremos, siempre estaremos listos para extenderle la mano a un hermano humboldtiano y siempre tendremos al Humboldt, Lima, en nuestro corazón.