Sueños ... realidad ... recuerdos
El interés por la aviación comenzó, como en muchos de mis compañeros pilotos, en la niñez. En ese tiempo, devoraba todo lo que llegaba a mis manos relacionado con los aviones. Ya desde entonces conocía todo tipo de aviones comerciales y militares, y no mucho tiempo después podía volar a pesar de no haber tocado antes un avión. El interés era tan grande que armaba maquetas de aviones que, muchas veces, llegaron a formar mi “propia flota”: sueño infantil… y tenía un pequeño avión modelo con control U Line. Pero como no tenía pista disponible en mi barrio, lo hacía volar junto con unos amigos en la sala de actos de nuestro colegio. Producía con ello un tremendo ruido y contaminaba el aire con el motor de dos tiempos (lo que, por poco, me hubiese costado la expulsión del colegio al ser descubierto por el director).
En 1967, me gradué en el colegio y empezaron mis primeras horas de vuelo en el Aeroclub de Collique, Lima. Poco tiempo después, me trasladé a Alemania. Las licencias requeridas para volar un avión comercial, aparte de encontrar un puesto disponible en compañías de aviación, requirieron de mucho esfuerzo, especialmente económico. Comencé como instructor de avionetas, después, como copiloto en bimotores pequeños.
Mi vida cambió cuando, en enero de 1979, empecé a trabajar como piloto en el departamento de vuelo en Volkswagen en Braunschweig, Nidersachsen, donde laboré hasta diciembre de 1989 para luego cambiar a la Compañía de Aviación Condor. Esta pertenecía, en ese entonces, al consorcio Lufthansa, y era conocida en aquel tiempo como “Ferienflieger der Lufthansa”. En Condor volé, como comandante, el Boeing 757 y 767 por un lapso de 25 años.
Arthur Wodjereck