Acerca de mi experiencia como becaria de la Fundación Andreas Schultze-Rhonhof
Escribir sobre una experiencia personal siempre se puede desde diferentes ángulos o planos. ¿Tiene que ver con una formación profesional en arquitectura? No, aunque fue una de mis opciones. Después del Abitur, tuve en mente varias alternativas profesionales. Tenía tantas ganas de seguir estudiando como ahora. Aunque entonces no podía imaginar que optaría por una vida profesional en la universidad.
Estudié ingeniería civil en la PUCP (Pontificia Universidad Católica del Perú) terminando la década de los 80. En mi tiempo de estudiante universitaria fui becaria de la Fundación Andreas Schultze-Rhonhof. Estudiar recibiendo una subvención es una experiencia personal muy especial, en particular en el contexto del Perú de fines de los 80. En medio de la inflación que vivíamos, mi beca me permitía ciertamente estudiar. Iba aprobando mis cursos cuidando mi formación integral, pues ya en el colegio había aprendido que una clave consiste en que inteligencia y sensibilidad vayan de la mano. Recuerdo con especial cariño la novela de A. Bryce E. "Un mundo para Julius", en las horas de castellano. ¿Se lee todavía?
Ahora sé que una beca es, en primer lugar, una distinción al mérito de una trayectoria personal.
Y que una beca puede definir una vida; en alemán diríamos, "den Lebensweg bestimmen". ¿Estoy exagerando? No creo. Si bien alguien puede argumentar que depende de quién la reciba, creo que las condiciones y el alcance de una beca pueden influir –decisivamente– en el desarrollo de una persona, en su actitud hacia la vida y en el camino que elegirá seguir.
Iris Domínguez, prom 1983