Gaby Pomareda y la Literatura

Muchos años después, frente al Anuario de 2012, Gabriela Pomareda habría de recordar aquel último año como profesora oficial del colegio. El inexorable transcurrir del tiempo, que lamentablemente en algunos casos no es circular, nos conduce a un merecido retiro del exahustivo día a día de los profesores que trajinan desde sus primeras horas como docentes. En el caso de Gaby Pomareda, todo se inició un 15 de marzo de 1977. De esta historia son testigos muchos padres de familia, actuales colegas, miembros de la dirección y una legión de exalumnos que han tenido la oportunidad de conocerla como profesora responsable de sus lecturas y de sus redacciones. Como en las Mil y una noches rescatar los recuerdos de cada uno de ellos implicaría una historia que no terminaría en una determinada cantidad de palabras, sino que se ampliaría constantemente con la proliferación de anécdotas.

Recuerda el alma dormida, aviva el seso y despierta contemplando cómo se formó Gaby en su natal Arequipa: en el colegio Belén, en la Universidad Católica de Santa María; cómo se graduó en la UNIFE en Lengua y Literatura para trasladar sus conocimientos a tantas generaciones del colegio Humboldt. Esto ha hecho de Frau Pomareda uno de aquellos referentes que componen la identidad de nuestra Institución. Por sus clases han transcurrido las hazañas del Cid, el reconocimiento trágico de Edipo, los sinsabores de las hijas de Bernarda Alba, los conflictos de los cadetes del Leoncio Prado, las tribulaciones de la familia Buendía, es decir, aquellos personajes y temas que recrean el necesario imaginario colectivo que nos hace vivir la literatura y que nos permite reconocernos en una comunidad de estudiantes. Así también la estudiante Gabriela Pomareda, como en “El otro” de Borges, se ha erigido en la conocida figura de Frau Pomareda, y sus lecturas de colegio y universidad le han permitido insuflar la literatura y la ardua redacción en sus jóvenes alumnos durante todos estos años.

En un lugar del Humboldt a cuyo nombre no me es fácil referirme en una sola palabra, habita Frau Pomi, pues constantemente la he observado, con sana envidia, próxima a los alumnos de una manera espontánea y natural. Ellos le asignaron ese cálido apodo, quizá como muestra de su sincero cariño. Por eso mismo, ha sido elegida profesora de confianza durante varios años y –a diferencia del escribano Bartleby- ha recibido con amable aceptación el difícil encargo de ser reiteradamente maestra de ceremonias en el adiós a las promociones que egresan en esa noche tan especial para todos: la ceremonia de Graduación. Frau Pomi reside en el corazón y en la sonrisa de sus alumnos, algunos de los cuales ya son sus colegas.

Porque la vida es sueño y los sueños sueños son, parece una ilusión, con frenesí, el tiempo transcurrido de la labor de Gaby. Recuerdo el primer día de clases de 2012 que comenzó en la Sala de Música cuando les comunicaron a sus alumnos de III.2 que ella sería su tutora. El júbilo de sus entonces nuevos alumnos confirma la tradición de compatibilidad con los jóvenes que Gaby ha construido en el colegio. Ese grito de satisfacción de los alumnos resume la vida dedicada a la docencia para la que ella ha dejado tantas horas de clase, de corrección y de sueño. Recuerdo con cariño la esquina de Gaby en la Sala de Profesores en la que departió con las maestras Marita Menacho, Pilar Ulfe, Charito Medrano, Carmen Palmero, entre otros nombres que componen la ilustre estirpe del profesorado. Se trata de un lugar especial que seguramente ocupará otro colega, pero que no determina el final de la vida de profesora de Gaby, ya que seguramente volverá a dictar durante algunas horas o a reforzar seguramente algunos conocimientos individualmente, porque las estirpes de profesores a las que pertenece Gaby vinculadas a tantos años de docencia, siempre tendrán otra oportunidad para reencontrarse con las nuevas generaciones.

Im Norden, im Süden, wo es nur immer ist,
vergiss nie, dass du ein Humboldtschüler bist.