Blanca Revoredo
Este año nos despedimos de Blanca como compañera de trabajo; sin embargo, su presencia siempre quedará marcada entre nosotros, como una huella única y singular. Quienes hemos tenido la oportunidad de conocerla, descubrimos en ella a una mujer profundamente involucrada con la realidad de nuestro país, muy crítica y observadora, viajera de grandes recorridos, amante de la pluma y de la naturaleza, fotógrafa innata, capaz de arrancarle al mundo en una sola imagen las emociones y la sensibilidad.
Su trayectoria profesional ha sido larga e impecable, digna de ser reconocida pues realizó sus estudios de educación en Lima y no satisfecha con ello decidió partir libremente a Europa, alejándose de sus seres queridos y estudiar allá una especialización. Nos demostró así que la libertad auténtica, la digna del ser humano, comienza cuando éste, a la hora de elegir, es capaz de distanciarse de sus apetencias inmediatas y optar por la posibilidad que le permite realizar el ideal de su vida, cumplir su vocación y su misión, y otorgar a su personalidad la configuración debida.
En el colegio se encargó durante mucho tiempo no sólo del dictado de sus clases como gran conocedora de la historia, sino también de la capacitación docente. Año a año, y gracias a un esfuerzo constante, consiguió ampliar el número de cursos dictados, multiplicar el número de participantes y hacer de la capacitación un espacio de enriquecimiento, innovación y creatividad permanente, que revelan en su trasfondo un estudio detenido y esforzado, realizado a través de un tiempo de maduración. No queda entonces más que agradecer el tiempo compartido, pues su trabajo ha enriquecido nuestras vidas.
Gisella De Piérola