Regalos obligados

Regalar: Dar a alguien, sin recibir nada a cambio, algo en muestra de afecto o consideración o por otro motivo.

Diccionario de la Lengua Española

Espontáneamente, obsequiamos un regalo a la luz de un sentimiento honesto del desprendimiento de nuestro afecto, del cariño o del amor. Un regalo constituye un acto de generosidad en honor de la felicidad. Sin embargo, en estos tiempos de posverdades, donde la relativización de los conceptos nos conduce a tergiversar los significados para manipular situaciones (por más inocentes que estas sean), un obsequio puede convertirse en una mentira, en el “mejor” de los casos, o en un soborno, en el peor de ellos. Lamentablemente, en la actualidad de nuestro país, existen muchos ejemplos de aquello que popularmente se conoce como “comprar” personas a partir de un “regalo”. Por supuesto, pervertir el sentido de un obsequio para lograr beneficios que impliquen ventaja no es una práctica nueva. Por ello, justamente, porque se trata de un modus operandi de malas artes histórico, debemos ser más conscientes de los antecedentes. La gravedad del problema no se encuentra nada más en el valor del obsequio: no se trata solamente del precio de los relojes caros lo que desvirtúa el obsequio. El problema radica en trastocar la naturaleza del acto: el regalo pasa a ser un beneficio para quien lo obsequia y deja de ser un desprendimiento honesto. Por ello, regalar un chocolate también puede cargar estas malas artes en principio. Por otro lado, aunque, en realidad, se pretenda halagar a una persona con el valor material del obsequio, el acto de regalar no se puede imponer como una condición. No se debe obligar a alguien a obsequiar ni se tiene que imponer una cuota para adquirir un regalo. Aunque el motivo sea el “tradicional regalito” de los delegados del aula a los profesores por su cumpleaños, por el día de la madre/padre, por el día del maestro, por la Navidad, si esto se tiñe de obligaciones o de costos exigidos, se desvirtúa el sentido del homenaje. Una dádiva no acepta motivos asignados o cuotas elevadas; así como un regalo no puede falsear su esencia al tratarse, realmente, de un soborno. De otro modo, seguiremos sumergidos en una sociedad hipócrita, donde las verdades dependen siempre de la conveniencia del punto de vista desde donde se las adulteren.

Luis Landa
Profesor BBZ

Colegio Peruano Alemán
Deutsche Schule Lima - Perú
Alexander von Humboldt

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