Que canten los niños

A pesar de todo, una vez más podemos afirmar que marcamos una diferencia.

Todo empezó con un “¿Frau De Piérola, no habrá proyectos sociales?” que se repitió en varias ocasiones y salió de distintas bocas hasta que se llegó a la unánime conclusión de que, a pesar de todas las adversidades, siempre hay alguien que necesita de nuestra ayuda, y fue así como nos embarcamos en esta aventura. Una aventura distinta a cualquiera de la que hubiésemos realizado antes, pero igual o más significativa.

Contactamos al padre Omar, encargado del Hogar de las Bienaventuranzas, ubicado en el distrito de Villa María del Triunfo, institución que alberga alrededor de 200 niños en estado de abandono y, la mayoría, con serios problemas cognitivos y/o psicomotrices. La alegría del padre Omar fue suficiente motivación para poner nuestro plan en marcha, aun sin conocer a los niños, ya nos sentíamos muy entusiasmados. Ellos movieron el cielo y nosotros la tierra, y logramos entablar, por primera vez el día 22 de mayo, una conexión con los niños del hogar.

Empezamos siendo 28 alumnos, 10 de V, 10 de IV y 8 de III de secundaria y cuatro profesores a cargo del proyecto: Frau Cáceres, Frau De Piérola, Herr Nevado y Frau Urresti. Nosotros nos dividimos en grupos de dos o tres y a cada grupo se le asignó un profesor para que estuviera presente en las clases y se cerciorara de que todo estuviera bajo control. A cada grupo de alumnos se le otorgó un grupo de niños del hogar. Tenemos que confesar que nos encontramos constantemente en una posición complicada al tener que lidiar con realidades completamente distintas, pero todo es parte de esta gran experiencia y, ninguna dificultad, por más grande que sea, logrará que nos demos por vencidos.

¡Nos enamoramos del proyecto desde el día uno! Y, conforme avanza, podemos asegurar que nos enamoramos aún más. No importa lo estresados u ocupados que estemos, basta ver sus sonrisas y sus ganas de aprender para estar seguros de que todo nuestro esfuerzo vale la pena. Obviamente, no puede faltar la alegría final de cada clase. Toda sesión termina con un juego y una canción que bailamos juntos, olvidando la pantalla y las distancias que nos dividen.

Que canten los niños

Con cada clase que transcurre nos encariñamos más con los niños y nos “mata” la idea de no poder traspasar la pantalla, convivir realmente con ellos y acompañarlos en su día a día; pero el sentimiento de contribuir con su felicidad es suficiente. Conforme avanza el proyecto, nos reunimos con los profesores encargados y compartimos nuestras experiencias, así como consejos y guías para que todo marche lo mejor posible.

Esta hermosa travesía viene durando seis semanas. Puede parecer poco, pero ha cambiado nuestras vidas para siempre. Esperamos poder seguir acompañándolos el resto del año. Aunque parezca que son ellos quienes aprenden, la gran lección la recibimos nosotros y solo nos queda decir “gracias por la oportunidad y hasta pronto”.

Camila Huidobro V.5

Colegio Peruano Alemán
Deutsche Schule Lima - Perú
Alexander von Humboldt

Hecho con desde Lima, Perú